

In Between Two Women
Season 1 Episode 6 | 1h 13m 1sVideo has Closed Captions
Ana and Cristina search for the perfect gift for Alberto’s birthday.
Ana and Cristina search for the perfect gift for Alberto’s birthday. Rita is finding it hard to cover for her sister Clara, who’s cheating on Pedro.
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In Between Two Women
Season 1 Episode 6 | 1h 13m 1sVideo has Closed Captions
Ana and Cristina search for the perfect gift for Alberto’s birthday. Rita is finding it hard to cover for her sister Clara, who’s cheating on Pedro.
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-Voy a conseguir que Alberto y usted me tomen en serio.
-Escúchame, Patricia.
No pierdas de vista a Ana.
Sospecho que siguen juntos.
-Es uno de los nuevos empleados.
Viene por el uniforme.
-¿No pretenderás aparecer aquí por las buenas y que me comporte como si fueras m-mi... -Hijo.
Dime cuándo vas a empezar a ganarte su confianza.
-Toma.
Para que arregles tus deudas.
-Ya lo he hecho.
-Es una pena que quiera quedarse porque podría acompañarme a cenar algo al Alcalá.
-¿Don Mateo te invitó a cenar y tú has dicho que sí?
-Por favor, no le digas a Pedro nada.
Te prometo que no va a pasar nada con don Mateo.
[♪ música alegre] [carraspeo] -Disculpe, don Mateo.
Entienda que estaba preocupado por, por mi novia.
-¿Su novia?
-Yo nunca había mentido a Pedro.
No lo había engañado en la vida, se lo juro.
-Lucrecia, ella es Clara, mi secretaria.
-¿Por qué me quieres, Pedro?
-Eso no se elige.
Eso se siente y ya.
[gemidos] -Espero que sepas lo que estás haciendo.
-Me han acabado de llamar de aquí, de una clínica de Madrid, que dicen que tienen plaza para mi marido.
-¡Ay, hija!
-Tu marido tiene una cama en el hospital gracias a mí.
-Y yo se lo agradezco.
-Si quieres que tu marido siga allí, ven a verme a esta dirección.
Pasa'o mañana, a las 21:00.
-Voy a fijar la boda con Cristina para dentro de un año.
En un año tú y yo vamos a lanzar la nueva colección con la que vamos a romper todos los moldes y anular el compromiso.
-Y supongo que ya sabes cómo hacerlo.
-Muchas gracias por venir.
Quiero que diseñe la nueva colección para Galerías Velvet.
-¿Quieres que rebaje mi caché?
-Se trata de apostar.
Nosotros vamos a apostar por ti y tú apostarás por nosotros.
-En caso de que acepte trabajar con nosotros, Rita sería su ayudante.
-Gerardo ha hablado con el obispo.
Ha fijado la fecha de la boda para dentro de dos meses.
-¿Cómo fue?
Raúl, si no firmas con Alberto te vas a arrepentir.
-Está bien, no quiero arrepentir.
Crearé una colección para Velvet.
Alberto, eres muy afortunado.
Te casas con una gran mujer.
-¿Qué has descubierto?
-Lleva usted razón, madre.
Sigue con Ana, les he visto besarse antes.
[jadeo] -Lo sabía.
-Acabo con esta pantomima cuando yo quiera.
Te quiero.
[♪ música alegre] [♪ Alba Llibre: "Falling in Love"] -¿No me habré maquillado demasiado?
Creo que me he maquillado demasiado.
-Que no, que estás guapísima.
-¿Lo dices de verdad?
-Sí.
-Ay, cuando se entere madre de que vamos a salir en la portada, se va a hinchar como un pavo.
Oye, tenemos que mandarle al pueblo por lo menos diez revistas pa que las reparta.
-Pues tú verás, porque valen por lo menos tres duros cada una.
-Bueno, pues también podemos mandarla a una y que la vaya enseñando, ¿no?
-Vayan tomando posiciones para la foto, por favor.
[♪ música suave] [risilla] -Cristina, ven.
-¿Yo?
-Ven, mujer.
[murmullos] -¿Pero cómo que no?
Tú tienes que estar en esta foto.
-No, no, no, no, no.
De verdad, de verdad.
-¿Pero qué no?
Además, este vestido es perfecto para la foto.
-Pero que no, que hoy es el día de Velvet y de Raúl de la Riva y... -¿Y gracias a quién estamos juntos?
Cristina, vamos.
-Por favor, no me hagas esto, Raúl.
-Bueno, eh, yo no puedo estar en la foto si no está Cristina tampoco.
Lo siento mucho.
-No lo puedo creer, eres un chantajista.
Ay.
-Es mi especialidad.
[rebufo] [Raúl carraspea] Divinos.
-Un poco más a la izquierda, señorita Otegi.
Más.
Al otro lado.
Ahí, ahí está bien.
Recuerden que van a ocupar la portada.
Quiero la mejor de sus sonrisas.
-Atento.
Mi cara de foto.
Espero que tú también hayas practicado.
[♪ música suave] -¿Señor Márquez?
[risas] [♪ música suave] -¡Nos han dado la portada!
-Si mi padre viera esto, Mateo.
-De la Riva parece que interesa.
-Sí, sí, interesa.
Ahora solo falta el interés en su colección.
-Cristina ha salido estupenda, la pareja perfecta.
-Su cara de foto.
-¿Eh?
-Tiene un gesto ensayado, me lo contó una noche cenando.
-Pobre Cristina, Raúl la forzó para que posara.
Está feliz.
De hecho, últimamente no hago más que verla sonreír.
-Es de lo que se trata, ¿no?
De que esté feliz.
-¿Cuál es el secreto?
-¿Qué secreto?
-Tener dos mujeres y que las dos se sientan felices.
Llevo buscándolo toda la vida.
[risa] -¿La revista?
-Me la ha dejado en el despacho.
-Suerte que mi tío trajo una con el correo.
No pasa nada, ¿eh?
[portazo] -No me gusta nada que no salgas en la foto.
-Bueno, ahora me toca estar en la sombra.
-¿Pero qué sombra?
¿Qué sombra?
Que a ti nadie te puede hacer sombra.
-Salís muy guapos.
La pareja perfecta.
-No, pero esto se refiere a la pareja que hago con De la Riva.
-No, se refieren a ti y a Cristina.
"El atractivo heredero y su bellísima prometida posan para nosotros con los trabajadores de Galerías Velvet".
Bueno, ¿y qué me dice el atractivo heredero?
Al verse en la revista "La Moda de España" apunto de cumplir los 31 años.
-Pues que ojalá estuviera mi padre aquí para verlo, porque le encantaría todo lo que nos está pasando.
Ven.
Me acuerdo mucho de él, y más ahora que va a ser mi cumpleaños.
Siempre me decía lo mismo, todas las mañanas de mi cumpleaños hacía todo lo posible para venir donde yo estuviera a desayunar conmigo y me decía: "Alberto, te estás haciendo un hombre, no dejes la vida pasar, tú eres dueño de tu destino".
-¿Cómo lo vas a celebrar este año?
-No lo voy a celebrar.
-Pero aceptarás regalos.
-Vale.
[♪ música suave] -¡Madre mía, qué cara de mema me han sacado!
¡Pero si yo no soy así!
¿Soy así?
¡Pero si parezco un carnero!
Y en cambio la señorita Patricia, mírala, hasta dependienta.
-¿Y qué quieres?
Lleva posando desde que tenía 15 años.
-¿Que no te acuerdas del reportaje aquel que le hicieron para su puesta de largo?
-Hola, princesas.
Disculpe, su cara me suena.
Sí, eh, ¿usted es modelo?
¿No?
¿Es actriz?
-Mhm, de Hollywood.
-Ah, de Hollywood.
-Mhm.
-¿Grace Kelly?
Actriz y princesa, ¿no?
Ya decía yo que me sobraba.
-Pues tú eres mucho más guapo que Raniero.
-¿Sí?
Adiós, princesa.
-Bueno, yo me voy a subir para arriba, que ya tendría que estar en mi sitio.
¿Qué miras?
¿Se me ha corrido el rímel?
-No, no, que, que me ha extrañado un poco verte tan cariñosa con Pedro.
-¿Y por qué te extraña?
¿No es mi novio?
-Bueno, como últimamente decías que tenías tus dudas.
-Ya, pero las parejas pasan por sus momentos.
-Me lo vas a decir a mí que oí vuestro momento del otro día.
Creo que fue el jueves o... -Abuela, no me digas que te gusta ahora pegar la oreja detrás de las puertas.
-No hacía falta, Clara.
-Oye, que yo a ti no tengo que darte ninguna explicación, ¿eh?
-Ni yo te la he pedido.
-Bueno, yo ya llevo seis años con Pedro y ¿qué quieres que te diga?
A mí eso de esperar hasta el matrimonio me parece que es más bien de otra época.
-¿Y qué tal?
-Bueno, pues como es Pedro, con mucho entusiasmo, pero poca delicadeza.
Me parece a mí que hasta que no se le caiga todo el pelo de la [inaudible]... -Hija, cualquiera que te oiga, ni que tuvieras con quién compararle.
-Oye, ¿qué estás insinuando?
-Nada, pero es que lo que has dicho ha sonado tan poco romántico.
-Bueno, es que fue poco romántico, esa es la verdad.
-Quizás que no podía serlo.
-Ay, mira, Rita, por Dios, deja ya de hablar como un oráculo.
¿Qué quieres decir?
-Que puede que Pedro no sea hombre para ti.
[♪ música alegre] -Nos vemos a la hora de comer.
[♪ música alegre] -¿Y esa cara de sieso?
-¿Y qué cara quieres que tenga?
Vida de sieso, cara de sieso.
-¿Pero qué te pasa?
-Nada.
[♪ música alegre] Quita.
A todos os pasan cosas, cosas que a mí me gustaría que me pasaran.
Yo también quiero que alguien se enamore de mí y, y, tener citas románticas y todo lo demás.
-¿Pero qué te ha da'o hoy?
-Mi hermana y Pedro que, bueno, que ya sabes.
-No, no lo sé.
-Pues, mujer, que lo han hecho.
-Ah.
-¿A ti qué te parece?
-No sé.
Es que lo cuentas de una manera que parece que han matado a alguien.
Se quieren, ¿no?
-Ay, Rita, lo siento.
Que yo sé que lo estás pasando fatal.
-Pero no es por él, eh, al menos... Que yo a Pedro lo entiendo, pero a veces no lo puedo evitar.
Pienso que mi hermana no se lo merece... ...porque no sé si lo quiere lo suficiente.
Desde luego no lo quiere tanto como... -¿Como tú?
-Pues es que ella vale más que yo.
Lo mires por donde lo mires.
Y Pedro, pues, ¿qué tiene de raro que solo tenga ojos para ella?
Es tan lista y tan guapa y tan desenvuelta que, que... Si hasta tiene un trabajo mejor que el mío.
Lo tiene todo.
¡Quita!
-Pero por Dios, ¿y a esta qué le pasa?
-Mal de amores.
[timbre del ascensor] -Buenos días, don Emilio.
-Buenos días.
¿Se puede saber qué es lo que le pasa?
-Es que estoy un poco nervioso porque no se me dan muy bien estas cosas, ¿sabes?
-¿Qué cosas?
-Mire, hay momentos en la vida de un joven, don Emilio, que, donde tiene que pensar en el futuro.
Hablo de cualquier joven porque también hablo un poco sobre mí.
O sea, que hay veces que la vida te cambia... -¿Me quiere decir qué es lo que quiere?
-Un ascenso.
-¿Un ascenso?
-A dependiente.
-¿Dependiente?
Todos los puestos de cara al público están cubiertos.
Como comprenderá, no vamos a echar a otro para dárselo a usted.
-No, bueno, don Emilio... -No, además no cumple con los requisitos exigibles para ser dependiente.
-¿No?
-No los cumple, no.
-Bueno, si usted lo dice.
Yo realmente no sé de los que habla, ¿eh?
-¿No?
Para empezar, la cultura general.
Por ejemplo, ¿cuál es la capital de Bélgica?
¿Qué es la organza?
¿Qué es la popelina?
¿Qué es la viscosa?
Concéntrese en su trabajo de recadero, que es lo que tiene hoy por hoy, ¿hmm?
Y dé gracias, es un buen trabajo... ...con un buen sueldo.
-Es que yo quería, yo quería formar un hogar, don Emilio, con Clara.
Tener una casa, tener críos.
-La iniciativa no es suficiente para ascender, Pedro.
Y ahora, por favor, vaya a lo suyo.
Los dos tenemos muchas cosas que hacer.
Por favor.
-Y la capital de Bélgica es Berlín.
RELOJES DE CABALLERO -No estarás pensando en regalarle eso a Alberto.
-Es bonito, ¿eh?
-Y tanto que es bonito.
Él cumple 31 años, que es lo que vas a tardar tú en pagar el reloj.
-Rita, nadie como tú para dar ánimos, ¿eh?
-Pero si es que es la verdad.
¿De dónde vas a sacar el dinero para pagar algo así?
-Pues de ningún sitio.
Solamente estoy pensando qué le puedo regalar.
La última vez que le regalé algo teníamos 16 años.
-¿Y qué fue?
-No me acuerdo.
-Claro que te acuerdas.
-Me da vergüenza.
-Ay, pues nada, chica.
-Le regalé unas fotos.
-Ana, entiendo lo de la vergüenza.
-No de esas fotos, Rita.
Le regalé fotos de sitios vacíos.
-Pues ya me contarás.
-Los sitios donde nos habíamos besado.
-Ay, qué cosa tan tierna.
-¡No te burles!
-Que no, que lo digo en serio.
Me parece un detalle precioso.
-Pues yo no sé nada de detalles preciosos, así que a ver lo que se me ocurra esta vez.
-Bueno, ya se te ocurrirá.
Podría regalarle fotos de los sitios donde habéis, ya me entiendes.
-Sí, Rita, no sé para qué te cuento nada, de verdad.
-No te pongas así, que es lo primero que se me pasa por la cabeza.
-Mira, es el primer cumpleaños que pasa sin su padre y me gustaría que, aunque no fuera un regalo caro, fuera un regalo perfecto.
-De la mujer perfecta.
-Yo no he dicho eso.
-Pues lo has pensado, que te conozco.
[pasos] -Me muero de ganas de que sea a las 21:00.
-Ni pienso ir.
-Nada más lejos de mi intención y obligarte.
Tienes la libertad de elegir.
Luisa.
Si no vienes, te prometo que no volverás a verme.
Y no seré yo quien insista.
Todo lo que tienes que hacer es renunciar... ...a lo que te he proporcionado.
Tú decides.
[sollozo] [jadeos] [timbre del ascensor] -¿Dónde está la señorita Márquez?
-No lo sé, don Emilio.
-Usted debería estar arreglando los expositores.
Eh, ocúpese usted, Carmen.
-¿Pero, don Emilio, otra vez?
Si tengo que estar haciendo mi trabajo y el suyo, porque esa señorita la mitad del tiempo por aquí ni aparece.
-Bueno, que la ayude Maximiliano.
-No, no, no, no se preocupe.
-Acabo de oírla protestar porque tiene que hacer el trabajo de su compañera, ¿no?
Ayúdela.
-De verdad, don Emilio, que no hace falta.
-Si vuelve a poner una pega, voy a pensar que el problema es suyo.
¿Tiene algo contra Maximiliano?
-No.
-Pues venga, a trabajar.
-¿Te parece bien que empecemos por aquel?
-Me tienes sin cuidado, empezamos por donde quieras.
-Vaya, alguien se ha levanta'o con el pie izquierdo.
-¿Es que ahora te importa cómo me levante?
[timbre del ascensor] -Disculpe.
Carmen, atiendo yo al caballero.
¿Se puede saber qué haces aquí?
-No es buena idea que te vean así de tenso.
Relájate y sonríe.
Enséñame unos guantes bonitos, quiero regalárselos a mi novia.
-No creo que puedas pagarlos.
-En eso tienes razón.
De hecho, a partir de mañana no tengo ni para pagarme la pensión.
¿Recuerdas?
No quiero esperar más.
-¿Qué quieres decir?
-Que quiero que lo hagas mañana.
Te espero en el callejón trasero y nos vamos de aquí.
-Es demasiado pronto.
No creo que Blanca confíe en mí lo suficiente como para darme su dinero.
Además, no puedo entrar y quitárselo.
Lo tiene dentro de un banco, ¿recuerdas?
-Hasta ahora te ha funcionado la imagen de pobre hijo abandonado.
Úsala.
-Me dio 500 pesetas.
No todos sus ahorros.
Tenemos que esperar a que sea... -¿Esperar mientras tú duermes en una buena cama y comes caliente?
A ti no te cuesta nada esperar, ¿verdad?
-Te prometo que lo haré.
Pero mañana no.
-¡No!
[carraspeo] Lo entiendo.
Te gusta esta vida.
Tienes un buen trabajo y una madre.
Solo que resulta que en realidad no es tu madre.
[♪ música alegre] Imagínate que descubre que solo eres un farsante que ha venido a llevarse su dinero y tienes que volver a la vida de antes, sin trabajo, sin madre, sin nada.
[♪ música alegre] Mañana.
[♪ música alegre] [♪ música alegre] [golpes en la puerta] -Me han dicho que subiera a verte.
-Siéntate.
Emilio me informa de que has llegado una hora tarde al trabajo.
Por lo visto, no es la primera vez.
-Me cuesta madrugar.
La falta de costumbre, supongo.
-Aquí tengo tu hoja de ventas.
Se tarda muy poco en mirar.
Ni una sola prenda desde que empezaste.
-Supongo que estoy haciendo mal trabajo todavía.
-Yo creo que no, Patricia.
Yo creo que tu iniciativa de empezar a trabajar aquí no fue nada más que un arrebato de orgullo de niña mimada.
Pero que no has entendido cuál es tu sitio aquí.
-¿Sabes qué pasa, Alberto?
En lo que tú creas me trae sin cuidado.
Y eso de que no sé cuál es mi sitio, ya lo veremos.
A lo mejor el que no lo sabe eres tú.
-No se te va a consentir ni una sola falta de puntualidad y tienes tres días para cerrar tu primera venta.
Si no, date por despedida.
-A mí me han tenido casi media hora.
Que si tú sales elegantísima, pero es que Alberto.
Que si tú eres muy mona, pero es que Alberto.
Que con qué ojos te mira.
Que se ve que solo tiene ojos para ti.
-Pero, preciosa, mira... [murmullos] -Y no me extraña, es que pareces una artista del cine.
¡Qué fotogénica, chica!
-No, no, esto fue Raúl que se empeñó en que yo también posara, pero yo no quería.
-Bueno, es lo propio, ¿no?
De no ser por ti, Raúl no habría firmado con Velvet.
-Hmm.
¡Ana!
Espera.
Quería darte esto.
Es una invitación para una fiesta sorpresa que le estoy preparando a Alberto por su cumpleaños.
Dentro de dos días.
Va a ser una cosa pequeñita, muy especial.
-Se lo agradezco, pero no, no puedo.
-¿Por qué no?
-Ana tiene razón, prima.
Una de sus trabajadoras en la fiesta.
Tú siempre tan generosa.
Además, ella estará más acostumbrada a las verbenas, ¿no es cierto?
-Sí.
No puedo ir, no tengo ni qué ponerme para una ocasión así.
-Pero eso no es problema.
Yo te puedo dejar alguno de mis vestidos, seguro que alguno habrá que te valga.
¿Eh?
-Gracias.
-Bueno, ¿has venido a probarte o a hacer de hada madrina?
No tienes remedio.
¿Cómo se te ocurre invitar a una modista?
Seguro que no sabe ni bailar el vals.
¿Qué va a hacer en la fiesta de Alberto?
-Esa chica vale muchísimo, así que no la menosprecies.
-Bueno, allá tú.
¿Has pensado qué le vas a regalar a Alberto?
-Pues no me decido.
-Con un reloj seguro que aciertas.
-¿Un reloj?
No sé.
-Bueno, no un reloj cualquiera, claro.
¿Has visto la nueva línea de Patek Philippe?
[♪ música alegre] -¿De dónde ha sacado este disco?
-Lo ha traído mi padre de París.
-¿Y qué dice la canción?
-Pues sale una chica que se llama Ana y que está loca por un tal Alberto.
-¡Seguro!
-Cierra los ojos.
[♪ música alegre] Te voy a enseñar París.
¿Preparada?
¿Preparada o no?
-Sí.
-¿Lo ves?
-Sí.
-¿Lo ves o no, Ana?
-¡Sí!
-¿Qué ves?
-París.
-¿Lo ves?
-¡Sí!
[risas] -Pues algún día te voy a llevar ahí.
Te lo prometo.
[♪ música alegre] -Hola.
¿Qué haces?
¿No vienes a comer?
-Sí, ahora voy.
Es que le estaba dando unas vueltas al regalo de Alberto.
Creo que ya lo tengo.
-¿Y para qué quiere nuestro tocadiscos si ya tendrá uno mejor?
¿Pero qué vamos a hacer nosotras sin música, Ana?
-Que no, mujer.
Que no es el tocadiscos.
Es la canción.
-Ah.
-Bueno, que voy a necesitar que me ayudes a subirla a la azotea.
Igual también necesito que me ayudes a coger algunas cosas de aquí y de allí.
-De allí y de aquí, ¿eh?
Rita, fiel amiga, consejera y porteadora.
Esto es lo último.
-Ay, ¿vas a ayudarme o no?
-Sí.
[♪ música alegre] ¿No se van a dar cuenta de que faltan cosas?
Si nos ven, nos quedamos como dos maniquíes.
-Rita, venga que están comiendo.
Rápido.
-Como llegue él arriba antes de tiempo... -¡Rita!
-¡Ay, ay, ay, ay!
[♪ música alegre] -¿Tú crees que le gustará?
-Seguro.
-Parece nuestro sueño.
Y esa es nuestra canción.
Tengo unas ganas de ver la cara que pone.
-Hmm.
Ya está aquí.
A ver cuánto tardo en hacerme notar.
-Tú estate tranquila y céntrate en hacer lo que sabes hacer bien.
-Lo que sé hacer bien es meter la pata.
En eso soy la número uno.
-Buenos días a todas.
Bueno, como ya sabrán, a partir de ahora trabajarán a mis órdenes en la confección de la nueva línea de De la Riva para Galerías Velvet.
Al principio entiendo que les costará un poco adaptarse a mi forma de trabajo y a mi nivel de exigencia, pero lo conseguirán si no se resisten a los cambios.
Una vez haya dibujado los patrones, dejaré en sus manos lo que para mí es lo más importante, el acabado de la prenda.
Cualquier duda que tengan, se dirigen directamente a mi asistente personal, doña Rita.
-Pues estamos listas.
[risas] -No caigan en el error de subestimar a su compañera solo porque no esté muy ducha, digamos, en las últimas novedades de moda internacional.
Ese es exactamente el error que yo cometí.
Le pido disculpas.
He estado observando las pruebas de confección del último año y les puedo asegurar que su compañera, doña Rita, en el aspecto técnico es sencillamente excepcional.
Y es todo lo que necesito para trabajar, créanme.
¡Vamos allá!
Enséñeme las telas, por favor.
[♪ música suave] ¿Pero qué sentido tiene levantar tantas expectativas si luego no hay con qué cumplirlas?
-¿Qué quiere decir?
-No, no, Rita, por favor, llévese ese encaje azul ahora mismo.
Tráigame otra cosa, busque otra cosa.
Pues estas telas son, son muy pocos estimulantes, la verdad, son muy pocos estimulantes.
[♪ música suave] -Don Rafael y yo elegimos estas telas en persona una por una.
A día de hoy hemos confeccionado más de 3600 modelos con ellas.
-Don Rafael era un empresario admirable y estoy seguro de que usted, Blanca, es una jefa de taller excepcional.
Pero se ponga como se ponga, yo no voy a trabajar con estas telas.
[suspiro] -Por desgracia, hay cosas que no pueden ser en este momento.
Tenemos un almacén lleno de telas, hay que darle salidas.
No podemos lanzarnos a comprar más género.
-Yo me he limitado a decir que esas telas no me sirven.
-Raúl, con su talento y esas telas, estoy convencido que es capaz de hacer una colección excelente.
Al fin y al cabo, la clave está en el corte.
¿Me equivoco?
-Mire usted, señor Ruiz, la caída de un vestido no depende solamente del corte.
Necesito unos tejidos mucho más ligeros y, por supuesto, otros colores.
-Nuestra situación es difícil.
¿Qué hacemos?
¿Tiramos nuestros materiales por la ventana?
-Pero es que todo no puede depender del dinero.
-¡La compra de materiales sí!
-Tiene razón.
-¡Gracias!
-Tienes razón, Mateo.
Pero vamos a tener que hacerlo de todas formas.
¿Dónde podemos encontrar los materiales que necesita Raúl?
-En París.
¿Dónde si no?
-Claro, vayámonos a París.
Vayámonos a los mares del sur.
-Tendremos que ir a París.
-Mañana, don Alberto Márquez y el señor De la Riva viajarán a París.
Allí adquirirán las telas con las que confeccionaremos los modelos de la nueva colección.
Como asistente del señor De la Riva, tendrá que viajar con don Alberto y con él a París.
[grito] -¿Yo a París?
-Ay, mal empezamos si basta con la noticia para hacerle perder los nervios.
Prepare dos mudas y sus cosas de aseo.
Va a París a trabajar, no a hacer turismo.
Procure estar a la altura de las circunstancias.
Dará su opinión solo cuando se la pidan.
Y en lo posible, evitará comportarse como una cateta.
[risa] -¿Qué?
¿Qué me dices ahora?
¿Que solo nos pasaban cosas a las demás?
Que te vas a París, Rita.
-Pues que estoy muy contenta, ¿qué voy a decir?
Oye, que me sabe mal por ti.
No hace ni tres horas me estabas hablando de tu sueño de irte a París con Alberto, ¿y ahora?
-Anda, no seas boba, tú eres la ayudante del diseñador.
Y además es un viaje de trabajo, ¿qué me va a llevar ahí Alberto?
Me alegro tanto.
-A París.
Madre mía.
Pues no sé si voy a poder siquiera acabar el trabajo, porque para dobladillos estoy yo, Clara, que es que me voy a París.
¡A París!
Con todo lo que tiene París.
-¿Qué tiene París?
-Pues los capuchinos.
-Pues como no te refieras a los monjes, porque los capuchinos más bien en Roma.
-Ay, hija, pues los parisinos.
Los parisinos sí que están en París.
Y creo son guapísimos además.
-Si vas a tratar con los parisinos, tendrás que aprender algo de francés, digo yo, por lo menos para saludar.
-Ay, tienes razón.
"Oh la la" es francés, ¿no?
-A lo mejor vas a necesitar un diccionario de la librería de Benito.
Oye, y si vas a París, vas a necesitar algo de ropa, ¿no?
Si quieres, te puedo dejar algo.
-Pero si no me va a servir lo tuyo.
-Ya, mujer, pero... -A lo mejor si existe un poco, lo mismo... -Mujer, que te pueden valer los zapatos, las medias o, o no sé, mira, un bolso bonito, ¿hmm?
¿Por qué no te pasas después por mi cuarto?
-Vale.
-Total, yo no voy a tener ninguna ocasión para ponérmelo.
-Mujer, tú ya tendrás otras cosas que hacer mientras, ¿no?
-Rita.
Bueno, pues ya está todo.
En cuanto tenga las reservas de los vuelos, yo te aviso.
-Don Mateo.
-Aquí tiene la documentación que me pidió.
-Gracias.
Lamento fastidiarle el plan de después.
-Yo no he dicho que vaya a hacer ningún plan después.
-¡Qué pena!
-Tampoco he dicho que no vaya a hacerlo.
-¿Ha quedado con su novio?
-¿Y usted con su amiguita?
-Yo pregunté primero.
-No es asunto suyo.
-No me importaría que lo fuera, Clara.
Es más divertida que cualquiera de las chicas que tengo en mi agenda.
Lástima de ese novio suyo.
[♪ música alegre] [timbre del ascensor] [♪ música suave] [timbre del ascensor] [♪ música suave] -Así que no vas a estar aquí para celebrar tu cumpleaños.
-Me lo ha pedido Raúl, no le puedo decir que no.
-Bueno, pues tendremos que buscar otro momento para celebrarlo entonces, ¿no?
-Yo voy a llevar estas telas.
Ahora vuelvo.
[♪ música de tensión] Uh.
-Ana, perdona.
-Nada, no te preocupes, no ha sido nada.
[♪ música de tensión] -Pues menos mal que he entregado pocas invitaciones porque ahora voy a tener que llamar a todo el mundo y decirles que al final no hay fiesta.
-Qué lástima.
-Hola.
-Hola, Patricia.
-Bueno, espero por lo menos poder darle su regalo antes de que se vaya.
-Pues vas a tener que darte prisa, porque si no he oído mal, se marcha mañana por la tarde.
-Ya, eso me ha dicho.
Pues a ver qué hago.
-¿Y si te digo dónde va a estar justo a medianoche?
-Dime.
[♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] -Un diccionario, eso es lo primero.
Porque con mi francés, ya me dirás tú.
Y unas medias de cristal por si salimos a cenar.
Cuántas cosas, Dios mío.
Si tuviera la misma talla que Clara, me ha dicho que me prestaba un vestido, pero a ver cómo entro yo en un vestido de Clara.
¡Y la hora qué es!
Oye, y, y que te voy a ayudar con lo del regalo de Alberto.
-No te preocupes que eso ya casi está.
-Luisa.
Tiene una llamada del hospital.
-Gracias.
¿Mañana?
Pero qué pronto, ¿no?
Sí, me han dicho que está muy bien la clínica.
No, claro que estoy contenta, lo que pasa es que no me oyes bien.
Eh.
Pues que hay gente buena, Juan, y... ...y hemos tenido mucha suerte.
Pues sí, porque vamos a estar juntos.
Claro que quiero.
Me tengo que ir.
Sí.
Y yo, mi amor, te quiero mucho.
Te quiero.
[♪ música emotiva] [suspiro] [♪ música emotiva] -¡Apaguen las luces!
[crujidos] -Pero es que no es justo, don Emilio.
Puede haber sido cualquiera.
-No.
No, señorita, no.
Ha tenido que ser uno de ustedes.
El robo se cometió con las galerías cerradas y los únicos que tienen llave de los expositores son los dependientes.
No necesito saber quién es el ladrón, me basta con que restituya lo robado.
Y si eso es así, yo prometo dejar correr el asunto.
Ahora bien, si durante el día de mañana la joya no vuelve a su sitio, la pagarán entre todos.
-Bueno, pero... -¡Silencio, silencio!
Se les irá descontando del sueldo hasta cubrir el importe de lo robado, que, créanme, no es poco.
Ahora... ...vuelvan a sus habitaciones.
Que todos menos uno descansen... ...y que ese recapacite.
-No sé quién ha sido el inconsciente, pero desde luego nos ha metido a todos en un lío.
¿Qué pasa, que no te importa que te quiten una parte de tu sueldo?
Porque a mí sí.
Me cuesta mucho ganar ese dinero.
Y además, lo necesito.
-¿Para qué lo necesitas?
-Pues, para alquilarme el piso.
Para salir de aquí.
¿O es que crees que quiero vivir puerta con puerta con mi madre toda la vida?
-Si alguien de aquí se lo ha llevado, seguro que era porque lo necesitaba más que tú.
[♪ música suave] -Max.
¿No tendrás algo que ver con lo que ha pasado?
[♪ música de tensión] [golpes en la puerta] -¿Clara?
¡Clarita!
[golpes en la puerta] Clara.
[apertura de puerta] Aquí está tu hombre, Clara.
Aquí.
¿Eh?
R-Rita, Rita, Rita, perdón.
-¿Qué hace que tu hermana?
No sabía que estaba aquí.
Perdona, ¿eh?
-Eso espero, que no vinieras pensando en ponerte las botas con las dos.
-Clara, ¿pero cómo puedes pensar eso de mí, por favor?
-Anda, no te justifiques y anda, anda, tira para tu cuarto.
No, si este se va a pensar que va a haber festival todas las noches.
-No sé.
-¿No sabes qué?
Que digo yo que el festival lo tendríais los dos.
-Bueno, unos más que otros.
Ay, no sé si hice bien la otra noche.
-¿Por qué dices eso?
-Porque si Pedro fuera el hombre de mi vida, ya lo tendría que ver más claro que nunca.
-Y no lo ves.
[♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [crujidos] [♪ música suave] [♪ música suave] [♪ música suave] [♪ música suave] [♪ música suave] [♪ música suave] [♪ música suave] [♪ música suave] [♪ música suave] [♪ música suave] -Solo a ti se te ocurriría un regalo tan bonito.
Cuando he visto a mi padre ahí jugando conmigo... ¿De dónde has sacado estas imágenes?
-Esto no es mío, Alberto.
Mi regalo está arriba en la azotea.
Este debe ser de Cristina.
[♪ música suave] [♪ música suave] [♪ música suave] -Pues al parecer, según Pedro, creen que ha sido uno de los dependientes, pero don Emilio les ha dado la oportunidad de devolverlo antes de hablar con don Alberto.
-Luisa, un paquetito para la bella dama.
¿Qué es?
¿Un regalo de tu enamorado?
[risilla] -No esperaba nada, la verdad.
¿Te importa?
-Ah, perdona, perdona, perdona, perdona.
-Ay, hija, perdona.
[♪ música de tensión] -¿Así cómo van a rendir?
La una con la cabeza en país, la otra recibiendo regalitos en el trabajo.
¡Vamos!
[♪ música de tensión] -El ladrón no parece dispuesto a devolver lo robado, doña Blanca.
No va a haber más remedio que registrar las habitaciones de todo el personal.
-¿Y cuándo quiere hacer ese registro?
-Pues me parece este un buen momento.
Están cada uno en sus puestos de trabajo.
Lo que sí le voy a pedir, por favor, es que me ayude porque me parece, me parece más adecuado que una mujer registre las habitaciones de las mujeres.
-Claro.
Deme dos minutos y nos ponemos a ello.
Tengo que dejar organizada la planilla del turno de tarde.
-La verdad es que no me convence demasiado.
-Le queda perfecto.
-Bueno, pues prepárenmelo, me lo llevo.
Lo recojo más tarde.
-Van a registrar los cuartos.
-¿Qué cuartos?
-Los de todos los dependientes.
Quieren aprovechar ahora que estamos en la tienda para que quien haya robado el collar no tenga tiempo de esconderlo.
-¿Por qué me lo cuentas a mí?
-Aún no han empezado.
-¿Qué está haciendo, don Emilio?
-Registro su habitación como estoy registrando la de sus compañeros.
-Yo no soy ningún ladrón.
-Tanto mejor, no tiene nada que temer entonces.
-No puede hacer esto.
-¿Cree que es mejor meter a la policía en este asunto cuando podemos hacerlo a puerta cerrada?
[portazo] -Tienes cinco minutos para convencerme de que no te delate.
Vamos, habla.
Bien, estoy segura de que don Emilio estará encantado de encontrar al culpable.
-No va a decirle nada a don Emilio.
-¿Ah, no?
¿Y por qué razón?
Dime.
¿No estarás pensando en amenazarme?
-Claro que no.
Y por eso lo ha cogido.
Tenía miedo de que si me echaban, iba a decir que era mi madre.
[♪ música emotiva] Me pidió que me alejase de Carmen y lo hice.
Me pidió que no dijera quién era y lo hice también.
¿Qué más quiere para confiar en mí?
-Estaría bien que empezaras a comportarte como una persona honrada en lugar de como un ladrón.
-No tenía opción.
Ya le dije que debo mucho dinero.
-Yo te di dinero para que pagases tus deudas.
-No era suficiente.
Si no pago toda la deuda, van a matarme.
¿Me entiendes?
¿Qué quería que hiciera?
-¿Por qué no me dijiste nada?
-Porque usted me dejó bien claro que no iba a darme más dinero.
Y yo no quería que pensara que soy un aprovechado.
-Claro, es mejor ser un ladrón.
Ahora vas a ir arriba y vas a colocar esto en su lugar.
Y yo no voy a decirle nada a don Emilio ni tú tampoco.
¿Cuándo vuelven a por el dinero?
-Mañana.
-Bien, me encargaré de todo.
No quiero encontrarte mañana en una cuneta.
[♪ música suave] -Vamos, no tardes.
[♪ música suave] -Pues sí, madre.
Es una pena que haya salido mal.
-¿Y si hubiera salido bien, qué?
-Bueno, pues en ese caso Cristina les habría descubierto, habría roto su compromiso y adiós a Alberto.
-Claro.
Y adiós al dinero del padre de Cristina y adiós a la única posibilidad de sacar adelante el negocio.
-Bueno, visto así.
-Pero ¿cómo lo quieres ver, hija mía, eh?
¿Pero es que tú no te acuerdas de lo que te decía tu padre, eh?
Que la cabeza sirve para algo más que para peinarse.
-Ay, madre, por favor, no me hable así.
-Vamos a ver, ¿qué negocio quieres dirigir, si tenemos que cerrarlo por deudas?
-Ya le he dicho que lo siento, que no lo pensé.
-Si es que no piensas, hija mía, que ese es el problema.
Que por eso tu padre no confiaba en ti.
Demasiada ambición y muy poco seso.
-Nunca voy a dirigir las galerías, ¿verdad?
-Pues claro que no, hija mía.
Las galerías las dirigirá tu madre como es natural.
-¿Y yo?
-Pues tú tranquila, porque a ti nunca te va a faltar el dinero.
Y ya te buscaré alguna ocupación, para que no te aburras.
-Señora, su visita le espera en el salón.
-Gracias.
Usted dirá.
-En ningún momento se han reunido fuera de la galería, eso puedo asegurárselo, ni han salido juntos de allí.
He vigilado la puerta durante horas.
-¿La puerta principal?
-Sí.
-¡Pero vamos a ver!
Usted qué se cree, ¿que van a salir por la puerta principal del bracete, mi hijastro y esa modistilla, que se van a besar delante de toda la clientela?
Que la puerta que usted tiene que vigilar es la puerta de empleados, la que está en el callejón, que hay una calle desde donde se ve.
-Como usted quiera, señora.
-Le pagaré la mitad de lo acordado.
-Pero, señora... -Vamos a ver.
Si usted solamente sabe vigilar, que las deducciones las tenemos que hacer los demás.
Mitad del trabajo, mitad de honorarios.
Buenos días.
[♪ música alegre] -Mi padre me ha dicho que... -Quería darte las gracias... -Mi padre me ha dicho que has llamado esta mañana varias veces.
-Quería darte las gracias por el regalo, me ha gustado mucho.
Es, es perfecto.
-Lo dices como si te diera pena.
[♪ música suave] -Me ha gustado mucho ver a mi padre.
-¡Feliz cumpleaños!
[♪ música suave] Tenías que haberlo visto, Ana.
Le ha encantado, es que estaba a punto de emocionarse con el brillito en los ojos.
-Me alegro mucho.
-Uf, y pensar que estuve a punto de regalarle un reloj.
¡Ah!
-Lo siento.
-Nada, no pasa nada.
-Hola.
-Hola.
-Me gusta mucho cómo trabajas, Ana.
-Gracias.
-De verdad que sí.
Me está ayudando muchísimo.
Es una joya de niña.
-Sí, yo también lo creo.
Por cierto, vas a tener que prescindir de ella hasta el viernes porque me la llevo a París.
-¿Qué?
A ver, ¿pero no te ibas a llevar a Rita?
-Sí, pero he cambiado de idea.
Rita es maravillosa, pero yo creo que Ana va a ayudarme mucho más para el viaje.
-Eh, no, no, no, no, no.
Raúl, no me puedes darte esta faena, si es que... -Bueno, relájate que solamente van a ser dos días.
Y además estarás conmigo en que la ocasión lo merece.
-Pero si tenemos la boda, la boda... -Relájate que no puede trabajar a Ana tranquilamente.
Así, eso es, ponte recta.
Solo quería que lo supieras.
Me voy que tengo mucho trabajo.
Muy buena elección, la manga francesa.
-Pero, bueno, ¿este hombre?
-Lo siento mucho.
-No, si no es culpa tuya, Ana.
Voy a hablar con Alberto.
[♪ música suave] -Rita.
-¿Por qué ella?
-¿Pero qué hago?
¿Y qué puedo hacer yo?
Si el futuro de las galerías depende de tu amigo, ¿qué hago?
¿Me pongo en contra negándole lo que me pide?
-Pero es que Raúl puede llevarse a cualquier otra asistente de las galerías, pero yo no puedo prescindir de... [inaudible] -La colección es lo más importante ahora, Cristina, por favor, entiéndelo.
-Ay, sí, ya lo sé, pero es que el tiempo se nos echa encima, de ver-- -Escúchame.
La boda puede esperar, la colección no.
Tiene que estar preparada para principio de temporada y no podemos fallar ahora.
-Ay, ya lo sé.
Pero, pero ¿a qué viene esta salida de Raúl?
¿Por qué precisamente Ana?
-Fuiste tú la que le habló del talento de Ana, ¿no?
¿No querías que le dieran más oportunidades?
Es lo que está haciendo, darle a más oportunidades.
-Vale.
-Muchas gracias.
[♪ música suave] [portazo] [motor encendido] [♪ música suave] ¿Qué te pasa?
¿No estás contenta?
Nos vamos a París, Ana.
Toda la vida diciendo que algún día iríamos a París y es ahora cuando nos vamos a París, Ana.
No tenemos que darle explicaciones a nadie.
Tú y yo solos... -Mira, sin Cristina, que ya te vi cómo la besabas.
[suspiro] -Lo siento.
A veces se me olvida todo lo mal que lo tienes que estar pasando.
Por eso necesitamos este viaje, Ana.
Para estar tú y yo solos.
Como una pareja normal.
-¿Fuiste tú el que le dijo a De la Riva que fuera yo en vez de Rita?
-Le dije que estaba buscando una tela especial para Cristina y que quería ir a París a encontrarla y que quien mejor que tú para ayudarme.
-No tienes remedio, ¿eh?
-Lo mejor de todo es que ha dicho que sí, que todo el mundo piensa que es cosa suya.
Yo estoy fuera de peligro.
-No, pero yo lo sé.
-Tú no se lo vas a decir a Cristina, ¿no?
-No.
[♪ música suave] [obturador] Pero me sabe mal por Rita.
Tenía tanta ilusión.
[obturador] [portazo] -¿Qué hace, señorita?
Bájese de mi coche inmediatamente.
-Déjeme hablar, le aseguro que le interesará lo que tengo que decirle.
-Estoy trabajando.
-Sí, sí, ya lo veo.
Pero le conviene escucharme.
-Vamos a ver, esto no es asunto suyo.
¡Bájese!
-Cree que mi madre le pagará bien por esas fotografías, pero lo cierto es que no lo hará, porque está en la ruina.
-No lo parece.
Además, no tengo por qué creerla.
Así que por favor... -No.
¿Y no le parece que si mi madre tuviese dinero, yo no tendría que estar vestida de dependienta?
-Si su madre no me paga... ...encontraré quién me compre las fotografías.
No se preocupe.
-Bueno, pues ya lo ha encontrado.
Aquí tiene su primer pago.
El resto cuando me paguen el sueldo.
A cambio de esas fotografías, claro.
-Rita, tengo que contarte algo muy importante.
Bueno, habrás notado que Clara y yo estamos mucho mejor.
Bueno, anoche no, anoche no mucho.
Pero la otra noche... Uf, pues yo hablo contigo de la otra noche porque contigo puedo hablar de todo.
Y es que tu hermana la otra noche... -No, Pedro.
Mi hermana la otra noche, no.
Que hay cosas que deben de quedarse en la intimidad.
-Perdona, perdona, perdona.
Es que estoy muy contento.
Mira lo que he conseguido.
Un piso de alquiler.
Yo he estado echando cálculos y puede que vayamos un poco justos porque entre mi sueldo de recadero y que don Emilio no me quiere dar un ascenso... Pero Clara está ganando más que antes.
Y fíjate, yo creo que entre los dos podemos.
-Pero ¿en qué cabeza cabe que os vayáis a vivir juntos antes de estar casados?
-Bueno, pero ya, ya es como si estuviésemos casados.
-¿Qué pasa, Rita?
[♪ música suave] [sollozos] -Que me da mucha pena no poder irme a París y ya está.
[sollozos] -Rita.
[sollozos] [sollozos] Rita, lo siento, sé la ilusión que te hacía ver París.
-Pero si no era ver París, Ana.
No era ver París, era no ver a Pedro.
Que me lo tengo que quitar de la cabeza y olvidarme de él de una vez por todas.
Y, y verlo aquí cada día no puedo, Ana.
No puedo, de verdad que no puedo.
Que ya sé que va a sonar un poco ingenuo, pero yo qué sé.
Pensaba que irme a París unos días me iba a ayudar a, a hacerme la idea de que él no es para mí, y ya está.
Pero adiós París.
[Rita solloza] -¿Qué te pasa?
Menuda cara trae.
-No, a mí no me pasa nada, a tu hermana.
-¿Qué le pasa a mi hermana?
-Que estaba hablando con ella tranquilamente y de buenas a primeras ha puesto a llorar.
No sé.
-No sé qué me pasó.
El pobre Pedro me hablaba de sus planes, pero yo ni siquiera le escuchaba.
Solo podía pensar en que me había quedado sin viaje a París, con la ilusión que me hacía, y, y me dio por llorar.
-Te lo merecías tú más y lo sabes.
De hecho no sé por qué se la lleva a ella, es un poco sospechoso la verdad.
-Que no, que lo pidió De la Riva.
Si es que es normal, él mismo me lo ha dicho, no tengo ni idea ni de diseñadores ni de París.
-Con lo que tú vales, seguro que vas a París antes de lo que crees, eso si no te contrata antes una casa de allí, que todo puede pasar.
-Lo dices pa animarme.
-Sí, pero también lo digo porque creo que va a pasar.
Oye, ¿y qué planes te contó Pedro?
Rita.
-Se le ha metido en la cabeza alquilar un piso.
Quiere que viváis juntos, ya sabes, un hogar.
-Rita, tienes que ayudarme con esto.
-Pero, Clara... -No, no, no, tienes que sacarle esa idea de la cabeza y decirle que no, que no puede ir tan de prisa.
-¿Y no se lo tendrías que hacer ver tú?
-A ti te hace más caso.
-No sé.
-Muchas gracias, Rita, eres un sol.
-No te he dicho que vaya a hablar con él, te he dicho que no sé si hablaré con él.
[♪ música suave] [♪ música suave] -Así que este era tu regalo, ¿eh?
[♪ música suave] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] -Madre mía, ¡qué desenfreno!
-¡Bueno, bueno, bueno!
-Rita, estaban preguntando por ti.
Don Alberto ha pedido que subas a su despacho.
[golpes en la puerta] -Adelante.
-Con permiso.
-Rita le he llamado por lo del viaje a París.
-No tiene que darme ninguna explicación.
-No, no, no me ha entendido.
Usted también viene.
-Que se lo agradezco mucho, de verdad, don Alberto, pero es que no quiero causar ningún inconveniente.
-No causa ningún inconveniente, por favor, todo lo contrario, nos va a servir de mucha ayuda.
Ana le ayudará con todo lo que necesite.
-No sé qué decir.
-Dese prisa y haga la maleta, salimos esta misma tarde.
-Gracias.
[♪ música suave] -¿Y esto pa qué te lo llevas?
Que esto no es de decencia, hombre.
Mira, este me gusta más, ¿ves?
Es más de abuela.
Y este, este, vamos, es sexy total.
Parisino, parisino.
-Tío, es que al final... -Ya, ya.
Estoy informado.
¿Puedes venir un segundo?
-Claro.
[♪ música suave] -Espero que disfrutes el viaje.
y que no me decepciones.
Estoy convencido de que don Alberto no tiene nada que ver en el hecho de que seas tú justamente la que vaya a ese viaje.
-Pero también viene Rita.
-Es un hombre prometido.
Y tú eres una chica decente.
Espero.
¿Cierto?
Pues no lo olvides.
Ni en París ni nunca.
-Buenos días.
-Buenos días, hija.
Pero qué carita tan desmejorada traes.
-Estoy bien, doña Cayetana.
Aquí le traigo el vestido, espero que le gusten los arreglos.
-Seguro que sí.
Y espero que me guardes el secreto.
Es que me encanta coger un vestido de la temporada pasada, hacerle un par de cambios, ¡y, ah, como nuevo!
-No diré nada, no se preocupe.
-Será nuestro secreto.
-Eh, si quiere probárselo... -Mhm.
-Lo dejo por aquí.
-Muchas gracias.
-¿Quiere que la ayude para...?
-No, no, no hace falta, Luisa.
Gracias.
[♪ música de tensión] -Llevas todo el día pensando en mí, ¿a que sí?
-No, aquí no, don Francisco, se lo pido por favor, aquí no.
-¿Te has puesto lo que te regalé?
-Suéltame, por favor.
Suéltame, [inaudible].
-Sh, sh.
No montes un escándalo, ¿eh?
No sería bueno para tu trabajo.
Además, ¿quién te va a creer a ti, pobrecita, si gritas?
¿Hmm?
El de la pensión, y la otra noche... ...viniste a verme.
[jadeos] [♪ música de tensión] -Doña Blanca.
-Dígale a mi esposa que la espero en el bar.
[♪ música de tensión] -No te imaginas cuánto voy a echarte de menos.
-Sabes que si no fuese importante, no, no iría.
-Importante, importante, importante.
Es que no quiero separarme de ti.
Pero puedes llevarme contigo.
-Ojalá pudiera.
-Llévame.
-Tú sabes mejor que yo cómo está la empresa.
-Llévame.
-Siento romper este momento, parejita, pero ya es la hora.
-Vamos.
-Oye.
¿Qué?
-¿Qué?
Vamos.
-Ha sido una suerte... ...que De la Riva quiera llevar a Ana.
-Sí.
Ana tiene mucho talento.
-Sí.
Supongo entonces que esto no tiene nada que ver con que le hayas dicho a De la Riva que la lleve para darle una sorpresa a tu prometida.
-No.
-Alberto, lo del dinero me da igual, ya lo sabes.
Así que como amigo solo te puedo decir, lo entiendo.
¿De qué huyes?
Sé que no debe resultar fácil estar cerca de Cristina fingiendo que la quieres y no confundir un poco la realidad.
Entiendo que quieras alejarte de ella.
-No, yo no me alejo de nadie porque estoy confundiendo nada, Mateo.
Quiero estar con Ana.
-Si tú lo dices.
-¡Hasta luego, doña Blanca!
[risas] -No hace mucho tiempo era usted la que viajaba para elegir las telas.
Estaba pensando en eso.
¿Me equivoco?
Por cierto, el collar ha aparecido misteriosamente en su sitio.
-Ah, me alegro.
Pero debería poner más atención a sus dependientes.
[♪ música suave] -Hombre, no sé.
-¿Sí?
¿Tú crees?
[silbido] -¡Qué guapa, Rita!
¿Puedo hablar contigo de una cosa?
-Sí, claro.
-Ven.
-Oye, Pedro, que aprovecho, que quería disculparme, ¿vale?, por lo de esta mañana.
-No pasa nada, no pasa nada.
-No, de verdad, lo siento mucho que... Bueno, es que me pillaste en muy mal momento.
Se te ve tan ilusionado.
Cualquiera diría que quien se va a París eres tú.
-Es que tengo mi propia ilusión, Rita.
Pero es gracias a ti, lo sabes.
-Bueno.
Oye, que he estado hablando con mi hermana.
-No le has contado lo del piso, ¿no?
-No, no, no, no, no.
No.
¿Te has echado atrás?
-Me has abierto los ojos, que es diferente.
Yo no puedo empezar la casa por el tejado.
A Clara no le quiero hablar de ningún piso.
-Me alegro mucho.
-Le voy a pedir que se case conmigo.
Esta misma noche, mira, ya tengo el anillo y todo.
-Pedro, no, no te... -Sí.
-No, no, te estás precipitando.
-No, no, que no, que son seis años.
-Es el momento justo, Rita.
-No, no, de veras que no.
-E-espera que yo vuelva de París.
-Que no, pues qué más da que tú estés aquí o no.
-Pues da, Pedro, da.
Imagínate que Clara no se lo espera y... -Me da igual, que tengas razón o no tengas razón.
No te voy a hacer caso, Rita.
Lo he arriesgado todo.
O sea, estoy yo para esperar.
-Rita, vamos.
-Venga.
-Disfruta en París.
-Venga, vamos.
-Adiós, Ana.
-Adiós.
Vamos, venga.
-Pasadlo bien.
Alberto, tráeme algo caro.
-Hola.
-Rita, no mires más atrás, que nos vamos a París.
¿No tienes la sensación de que allí no nos puede pasar nada malo?
[♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] -Hola, Clara.
Buenas tardes.
-Buenas tardes.
-Te quería pedir un favor.
Es para darle una sorpresa a Alberto.
Llama a la agencia y que te digan cuál es el primer vuelo que sale a París.
Pero no lo cargues a la cuenta de las galerías, lo pagaré yo.
-Muy bien.
-Y si llama a Alberto, sh, ni una palabra.
[♪ música alegre] -¿No tienes la sensación de que va a ser el mejor fin de semana de nuestra vida?
-He reservado una mesa para dos en el mejor restaurante de París.
-Ojalá todos los días de mi vida fueran así.
-¿Te quieres casar conmigo?
¿Estás rezando, Pedro?
-Perdón, perdón, me he tropezado.
Me he tropezado.
-¿Qué te sugiere la idea de pasar más tiempo conmigo?
-¿No cree que diez horas al día es más que suficiente?
-He querido decir fuera del trabajo.
-Lo tengo todo preparado.
Le dije que necesitaba el dinero por la mañana, así que me imagino que irá al banco a primera hora.
Nos vemos allí.
-Ayer te dije que iba a ayudarte.
Toma.
Son los ahorros de 20 años de trabajo.
Espero que entiendas el valor que tiene este dinero.
-No me lo dijiste, pero me informaron de que alguien te chantajeó.
Alguien que sabe muchas cosas de tu pasado y del de Rafael.
-Uno se vende al mejor postor.
Pilar ha resultado ser muy buena postora.
-¿Cuánto quiere ahora?
-El doble de lo que me dio la última vez.
-Doña Cayetana y su esposo la esperan en el probador.
-No me encuentro bien, ¿podría mandar a otra?
-Sabe muy bien que esos señores siempre la reclaman.
Vamos, suba.
[grito] -¿Por qué no está aquí Luisa?
-Luisa ha tenido un accidente.
Si quiere una modista, aquí tiene una.
Pero si quiere otra cosa, va a tener que buscarla fuera de mi taller.
-Doña Cayetana.
Es sobre don Francisco.
-¿Qué?
-He venido a buscarte, tenemos que hablar.
-¿Rosa María?
-¡Rita!
-Qué sorpresa, no esperaba verla aquí.
-He reservado mesa en Le Petit Point.
Pareces sorprendido, demasiado sorprendido.
Teniendo en cuenta que no es la primera vez que vienes.
Hablo lo suficiente francés como para entender los cuchicheos del servicio.
Algo decían de que el caballero repite mesa, pero cambia de acompañante.
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